Porque un Niño nos es nacido

Dr. Antonio Bolainez | diciembre 20, 2012

Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuera empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Aconteció que estando ellos allí se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:1-7.

Introducción

En esta reflexión, no quiero tratar sobre si nació o no nació Jesús en estas fechas, creo que no valdría la pena discutir ese tema ahora, solo quiero comentar sobre el más grande nacimiento que sucedió hace dos mil años.

El nacimiento de este personaje, indiscutiblemente vino a ser la esperanza más grande que el mundo jamás había experimentado. Desde su nacimiento, este personaje fue de impacto para los humildes y desposeídos, y un terrible miedo para los malvados.

Analizaremos todos los puntos que dieron lugar a esta preciosa historia, jamás antes contada a todos los pueblos. Partiendo desde la sencillez de sus padres, hasta su presentación al templo.

Para ello tomaremos todo el capitulo del evangelio de Lucas, un medico, es decir, un intelectual quien nos narra con asombroso detalles los eventos que siguieron al nacimiento de este precioso personaje.

Su nacimiento

Miriam (nombre hebreo), popularmente conocida como María, en definitiva era hija de una familia descendiente de la tribu de Judá y oriunda de Belén. José con quien estaba desposada, o comprometida —ya que dice la historia, que él no conoció a María en el sentido de marido, sino hasta después de que Jesús nació—de quien se sabe tenía el oficio de carpintero, también era de la tribu de Judá y originario de Belén.

Ambos vivian en Galilea. No olvidemos que Galilea es considerada desde los tiempos del Señor, como una región de grandes oportunidades de trabajo, en especial la agricultura, y como región próspera por ende también la construcción. De modo que no era extraño que los padres de María estuvieran viviendo en Galilea a pesar de ser de Belén de Judea; y lo mismo sucedió con José.

Una vez que a María se le había anunciado, por el ángel Gabriel, el milagro de la concepción por medio del Espíritu Santo, y de la misma manera, Gabriel también había anunciado a José lo que había pasado con María, él tomo con profunda fe, la misión y el privilegio de ser ellos los que tendrían la tutela del más grande personaje de la historia.

Hay un dicho que su servidor siempre acostumbre citar, y que ha sido titulo de estudios y libros: “Cuando lo que Dios hace no tiene sentido”; y en esta historia en particular cobra gran relevancia.

Sirenio, el entonces y dos veces gobernador de Siria y Judea, ejecutó un edicto proveniente de César Augusto, para que se realizara un censo. Este censo debía cumplirse estrictamente, pues era una orden directa del Emperador. El no hacerlo implicaba la muerte.

El Censo tenia que incluir específicamente a todos los hombre y mujeres mayores de 12 años, para que le pudieran dar tributo al César. Las personas tenían que acudir al lugar de su nacimiento. De esta forma José y María, emprendieron el camino hacia Belén. Sin darse cuenta ellos, iban en camino para que se cumpliese la profecía hecho por el profeta Miqueas (5:2).

De modo que nada sucedió por casualidad. El mismo Sirenio y el César, si darse cuenta, estaba cumpliendo un propósito de Dios. Aunque el impío nunca se dé cuenta, queda una vez más probada la gran soberanía del Altísimo Dios Todo Poderoso.

Su anuncio con humildes pastores

Estando José y María en Belén, le llego a María el momento de su alumbramiento, Belén estaba como era de esperar completamente lleno, con todos sus nativos quienes había regresado de distintas partes de la región para cumplir con el mandato del César. De modo que no había lugar en el que, en ese momento de emergencia, pudieran brindar una posada a José.

Una persona, dueño de una posada, le ofrece sencillamente un lugar en un tipo de cueva donde generalmente se ponían algunos animales domésticos, como ovejas o el burro, principal medio de transporte para la gente sencilla en aquel entonces.

En este lugar humilde, nace el niño que vendría ser más tarde, y para todos los tiempos, el hombre más admirable.

Su nacimiento no fue anunciado a los poderosos de Israel, ni siquiera a la prestigiosa clase religiosa, y mucho menos al malvado rey Herodes; un criminal y maniático, quien en sus locuras por mantener el poder, había ordenado la muerte hasta de algunos sus propios hijos y de su misma esposa.

Dios quiso que su nacimiento fuera anunciado a un grupo de humildes pastores. Generalmente estos pastores eran personas de muy bajos recursos económicos. Ellos sobrevivían de la crianza y cuidado de las ovejas. Eran expertos, conocedores del lugar, de modo que cuando el ángel les anuncia el precioso nacimiento, y les da instrucciones de que lo encontrarían en la ciudad de David, en un pesebre envuelto en pañales, ellos sabian a donde dirigirse.

Leamos esta parte linda de la historia:

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: —No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!». Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: —Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. Lucas 2:8-20

Muchas de las cosas lindas que sucedieron en la vida del Señor tenian un significado. El que su primer anuncio de su nacimiento se le diera a unos humildes pastores, traía como recuerdo que en ese lugar, en el pasado, David había sido pastor, y también vino a demostrar que este niño sería el pastor de pastores de millones de almas de todos los tiempos.

Estos humildes pastores tuvieron el privilegio de ser los primeros en escuchar de boca del ángel, que este niño sería el Salvador de todas las almas. Mientras los religiosos y el pueblo en general esperaban a un gobernante como su libertador, estos humildes pastores se convirtieron en la primicia de haber conocido al deseado por el pueblo de Israel.

En cumplimiento de la ley

Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor, y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos. Lucas 2:21-24

Cumplidos los ochos días del nacimiento sus padres lo llevaron al Templo para cumplir con el rito de la circuncisión; cumpliendo así el mandato del pacto entre el Altísimo y el Padre Abraham.

En ese momento en que el sacerdote iniciaba el proceso de la circuncisión se le preguntaba al padre, por el nombre que llevara el niño; esto es un derecho del padre judío; José dijo: Se llamara Yeshua (Jesús) esto significa: Jehová es Salvación.

No hay que olvidar que la mujer después de dar a luz, no podía ir a la purificación hasta después de siete días, cuando era hijo varón y catorce días cuando era mujer. Después permanecía en casa por treinta y tres días, para presentarse otra vez en el templo y presentar junto a su esposo la ofrenda del primogénito.

María y José también cumplieron con este mandato, pues todo primogénito debe de ser consagrado al Señor y ser llamado santo. Se presentaba una ofrenda. Esas ofrendas, eran en tres categorías: un cordero, dos palomas o tórtolas, es decir pichoncitos. La del cordero casi siempre la daban las personas de clase media hacia arriba, los mas pobres daban la ultima ofrenda, María ofreció esta, esto demostraba que su condición económica en esos momentos.

El mensaje profetico

Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Ungido del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo. Cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al Templo para hacer por él conforme al rito de la Ley, él lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: —Este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Lucas 2:25-35

Ya el Señor había sido reconocido como Mesías y Salvador por los humildes pastores, ahora es el tiempo de ser reconocido por los profetas en este caso por un profeta y una profetisa: Simeón y Ana.

Este encuentro sucedió en el atrio de las mujeres, pues no hay que olvidar que a las mujeres no se les permitía entrar en el atrio del templo, esto era solo para los hombres. Las mujeres solo podían observar las liturgias por medio de ventanillas o un enrejado.

Es notorio que en ese encuentro de Simeón y Ana con el Señor, estaba lleno de mujeres que también llegaban para cumplir con sus ritos.

Simeón, representa al remanente fiel del pueblo de Israel, un remanente que siempre estuvo esperando el advenimiento del Mesías y con ello el consuelo del Señor.  Isaías 40:1-2 y 49:13.

Su larga espera del Mesías demuestra la ancianidad de Simeón. Era un hombre sencillo y se le menciona tres lindas cualidades: Justo, piadoso y reverente.

Preciosas cualidades de un siervo del Señor, pero lo que más destaca de él, es su impresionante perseverancia en ser vigilante. Él nunca perdió esa esperanza, él estaba seguro de no cerrar sus ojos, hasta no ver la promesa del Masías. Esto nos debe de dar una gran lección a nosotros hoy en día, ya que en estos momentos hay miles de ministros, que como no vino el Señor en la hora en que ellos lo esperaban, se desanimaron y empezaron a negar la inminente segunda venida del Señor.

Se menciona también que el Espíritu Santo estaba sobre él. Ese era el premio para un hombre justo, temeroso, y vigilante. Dios siempre honra de forma preciosa a los siervos que esperan con fidelidad el advenimiento del Señor. Ellos reciben la guianza preciosa del Señor en forma muy privilegiada. Simeón recibe el gran privilegio que muchos profetas del antiguo testamento hubieran deseado tener, el haber cargado en sus brazos al Salvador del mundo, en otras palabras, ver a Cristo cara cara.

Tres veces Lucas menciona la actividad del Espíritu sobre Simeón (ver Lucas 2:25–27). El Espíritu lo llenó (lo capacitó para profetizar), le reveló la llegada del Mesías, y finalmente lo impulsó para asistir al templo en el momento preciso en que los padres de Jesús asistieron para presentar al bebé. Lucas presenta al Espíritu Santo como el agente de la misión; le apasiona mostrar cómo es que actúa el Espíritu de Dios en la historia y en la vida personal. Simeón tomó en sus brazos al bebé Jesús, bendijo a Dios y profirió uno de los más preciosos cánticos. En él se refleja la piedad veterotestamentaria (compare Génesis 46:30; Isaias 42:6; 49:6).

El cántico de Simeón… tiene básicamente dos partes: en la primera Simeón enfatiza la acción pastoral de Dios sobre él; y en la segunda; la acción salvífica de Dios sobre la historia. Simeón se autodefine como siervo, esclavo (dóulos) y reconoce al Señor como su dueño (despótes), o Soberano (comp. Hechos 4:24). Confiesa que según lo que se le ha dicho (conforme a tu palabra [réma]), es tiempo de partir a la eternidad en paz. Despide significa “dejas partir hacia el sepulcro”. Y la única razón de ese abandono eterno de Simeón es “porque han visto mis ojos tu salvación”.

Es precioso que Simeón no ve tanto un bebé de carne y hueso, lo que él destaca y trasciende es el gran misterio de la salvación de Dios. Lo que él “ve” es la salvación de Dios (comp. 1 Juan 1:1–3). Simeón evidencia aquí la dimensión personal de la salvación. Cada ser humano tiene la oportunidad, ahora, de ver lo que Simeón vio, pero con los ojos de la fe.

Tres declaraciones contundentes de Simeón

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Lucas 2:29-32.

Simeón, destaca tres cosas muy especiales, y analizaremos cada una de ellas: Que esta salvación ha sido preparada para todos los pueblos del mundo, desde el principio mismo de la caída del primer Adán, Génesis 3:15. Simeón tenia en sus brazos al niño que cumpliría la gran profecía de la salvación de toda la humanidad, como dije esto era un privilegio que todos los profetas antecesores de Simeón hubieran deseado tener, en especial Isaías quien hizo las más lindas profecías del nacimiento del Señor Jesús. Isaías 9:6.

Este niño sería la Luz de todas las naciones, incluyendo a todas las etnias de la tierra. Aquí Simeón declara por medio del Espíritu Santo que la salvación no es monopolio de nuestro pueblo de Israel, sino que es ofrecida con los mismos derechos de igualdad para todos los gentiles. Esto mismo declaro Pablo en su carta a los romanos. Romanos 9:23-24.

La salvación de Dios, es “gloria del pueblo de Israel”, pues de este pueblo salió no solo la revelación de las sagradas escrituras, sino que de este Pueblo salió también la proclamación del evangelio a todas las naciones. No olviden que fueron los propios discípulos y los propios apóstoles del Señor incluyendo al rabino Pablo, los que expandieron el evangelio en el primer siglo a los continentes conocidos en esa época.

La final bendición de Simeón

La bendición de Simeón, Lucas 2:33–35. Los padres humanos de Jesús se asombraban de todo lo que ocurría en torno al bebé Jesús (v. 33). Jesús fue motivo de asombro desde su concepción, porque era Emanuel, “Dios con nosotros”. Simeón, además del cántico, bendijo a José y a María, y además pronunció una palabra profética acerca del futuro de aquel bebé.

Se dirigió a María, señalando los propósitos del ministerio de Jesús(v. 34, 35):

“Para caída… de muchos en Israel”. Se refiere a que no todos creerían en él. Es más, aquellos de quienes se esperaría una fe genuina y sin ambages, no creerían (fariseos, sacerdotes, miembros del Sanedrín, entre otros).

“…para levantamiento de muchos en Israel”, esto es, aquellos que no obstante de su condición de marginalidad, serían los que irían delante al reino de los cielos, por haber creído en Jesús.

Para ser una “señal que será contradicha”. Algunos eruditos piensan que se refería a la profecía de Isaías 8:14, 15. Sería bueno que lo lean y saquen sus propias conclusiones, pues no olviden que hasta el día de hoy, muchos del mismo pueblo del Señor todavía no creen.

Lo que queda demostrado, que ante él, Jesús, todas las personas tendrán que tomar su propia determinación, recibirle como Salvador garantiza la vida eterna después de la muerte, rechazarlo implica la muerte eterna. Juan 3:16-21.

El no vino solo para ser salvador, sino para ser reconocido como Señor y como tal debe de ser reconocido en todo el mundo. Romanos 10:9-10. Permítanme compartirles este pasaje de la carta a los romanos:

“…si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:9-10

José y Maria estaban maravillados:

José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. 34 Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: —Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha 35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Lucas 2:33-35

Finalmente, Simeón declara una triste verdad para María. José entra en una especie de anonimato, pues él moriría posiblemente antes del ministerio de Jesús.

La espada se refiere a la trágica muerte de Jesús. Probablemente María no logró captar toda la dimensión de las palabras de Simeón, pero seguramente las entendió después de la resurrección de Jesús. La vida de Jesús estaba destinada a ser demasiado corta, como para disfrutar y asegurar mucho más el sentido de familia.

Nota: según la tradición histórica, José habría muerto cuando Jesús era un joven, al ser el Señor Jesús el mayor de todos sus hermanos, estuvo al frente de toda su familia, como era costumbre en esa época, él estuvo a cargo de sus hermanos, hasta que él se lanzo a su ministerio publico a los 30 años de edad. Es probable que para ese entonces sus hermanos ya eran adultos, lo que si sabe es que María su madre, se unió a su hijo en la lista de las mujeres que le siguieron; de esto existen pasajes en los evangelios que lo prueban.

La declaración de Ana la profetisa

Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Lucas 2:36-38

Ana, era una anciana que posiblemente pasaba de los cien años. También profetiza, la cual no se apartaba del templo, esto quiere decir, que ella acudía todos los días desde su viudez al templo, para orar y bendecir a las jóvenes judías que acudían al templo.

Una vez más el evangelista Lucas resalta, el momento preciso del encuentro de Ana con José, María y el niño Jesús en el templo, al igual que sucedió con Simeón, el versículo 38, dice: “Esta, presentándose en la misma hora.”

En el Señor las cosas no suceden por casualidad, en este caso el Espíritu Santo guió a aquella anciana viuda, que todos esos largos años había estado esperando el bendito cumplimiento de la promesa del Mesías, ahora fue guida en la misma hora en que María y José estaban en el atrio de las mujeres.

En ese mismo momento en que se encuentra con José, María y el niño, ella, como profetiza, da cuenta de la grandeza del niño, y de inmediato da gracias al Señor reconociendo al niño Jesús, como el glorioso Mesías esperado por todo el pueblo.

La mayoría ese día no se percataron de la presencia de aquel niño que esa mañana se había presentado en el templo. Porque generalmente eran muchos los niños que se presentaban cada día en le templo para pagar el voto de primogénito. Reconocer quien era aquél niño, solo podía ser con la ayuda del Espíritu Santo, tal como sucedió con Simeón y Ana.

Con la bendición de Ana, hacia José y María y el reconocimiento hacia el Señor Jesús, como el Salvador que había estado esperando, queda una vez más confirmado, el papel importante de la mujer en la gran misión de la expansión del evangelio.

Conclusión

No cabe duda de que el precioso nacimiento del Señor Jesús, estuvo siempre rodeado de sorpresas y de grandes ofrendas de alabanzas y gratitud. Su deidad queda confirmada desde su mismo nacimiento.

No tenemos certeza de la fecha fija del día en que el nació, aunque si sabemos por las declaraciones de Flavio Josefo, el famoso historiador judío, que eso sucedió unos meses antes del mes de marzo. Pero como dije, este articulo no lo he escrito para hablar de eso, creo que lo más importante es resaltar este gran acontecimiento y debemos aprovechar estos días, no para discutir si nació o no nació en tal o cual fecha, sino para compartir con gente inconversa la más grande historia que muy pocas veces es contada.

No perdamos el tiempo en las redes sociales para estar dando argumentos a quienes no les interesa la verdadera historia del Señor Jesús, y que a la postre nos hace ver como simples fanáticos. Más bien aprovechemos estos días para dar a conocer el nacimiento de este precioso Jesús, con todas las maravillas ocurridas en ese gran evento, que brevemente hemos narrado en este corto articulo.

Me hubiera gustado seguir analizando lo que siguió después del templo, como la preciosa visita de los tres sabios del oriente, con su significado, porque aun esto fue parte de las grandes profecías, lo mismo sobre su última aparición en el templo como niño, cuando cumplió trece años. Pero por ahora solo quiero dejarles esta corta reflexión de lo que fue este lindo nacimiento del Señor Jesús.

Que al Altísimo Dios Todo Poderoso le bendiga.

Shalom
Antonio Bolainez


Referencias:
La Biblia usada fue, la versión Reina Valera del 95, y la bibliografía, fue la Enciclopedia electrónica Logos.