La crisis en la alabanza y adoración
Antonio Bolainez | febrero 2, 2020
Junto á los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas. Y los que allí nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los himnos de Sión. ¿Cómo cantaremos canción de Jehová En tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalem, Mi diestra sea olvidada. Salmo 137:1-5.
En este fin de semana pasado, estuve en distintos barrios de ciudad Panama, donde participé con preciosas iglesias, en eventos organizados por la Evangelista Zumilda Melo; una sierva del Señor de mil batallas.
En los diferentes eventos que estuvimos, incluyendo los dos días en el estadio de beisbol de Chilibre, la alabanza estuvo a cargo de un grupo, dirigido por una pastora de las iglesias Cuadrangulares; hija de un siervo fundador de iglesias en Panama, quien ya está con el Señor.
Todos los hijos de ese siervo, y una de sus nietas, dirigieron los tiempos de adoración; haciendo una combinación de alabanzas contemporáneas y algunas cantos de antaño.
De aquí que surgiera el comentario que hice durante mi enseñanza ante múltiples pastores: “Hay una profunda crisis en la alabanzas en las iglesias”. Ya no vemos a la congregación llorar y cantar con gozo, como sucedía en el siglo veinte; donde uno podía ver incluso hasta los niños cantar con lágrimas.
Hoy vemos a las congregaciones en forma global, como simples oservadores. Apenas palmeando de pie, sin cantar, o repitiendo de vez en cuando los cantos.
¿A qué se debe este panorama tan frío? La conclusión es que, aunque los grupos cristianos de las iglesias, lo hacen con gran amor, el problema es que esos cantos nuevos –por cierto, algunos con letras preciosas– no fueron inspiradas por el Espíritu Santo.
Gran parte de estas alabanzas fueron realizadas por compositores profesionales, pero que lamentablemente no tienen a Jesús en su corazón. Todo lo contrario a lo que sucedía con los cantos viejitos.
Algunos de estos cantos han permanecido por más de quinientos años, como: Cuan Grande es Él, o Sublime Gracia.
Conclusión
Me decía el pastor Albert Brown, “Esos coros y cantos viejitos tienen la chispa de la unción del Espíritu Santo”.
Así que la clave está en combinar los cantos viejitos con los nuevos, porque esos cantos viejitos “le traspasan fuego a los nuevos”, y así podremos ver a una iglesia integrada alabando al Señor, y a lo mejor empezaremos a ver a la congregación entregada en la alabanza.
Por favor mis queridos hermanos hablen con sus pastores, para que busquen esta estrategia con sus músicos.
Les dejo una sección de fotos de uno de los cultos. Siervos del Señor me compartieron que tenían mucho tiempo de no ver a tantos jóvenes y adolescentes compungidos, recibiendo al Señor de esta forma.
Fueron tres días de gran cosecha de almas. Lamento no tener fotos del estadio y las otras iglesias, pero gracias a Dios no hubo ni un solo servicio en la que no hubieran almas para el Señor. Fue una gran bendición esta visita misionera a Panama.
Gracias a todos por sus comentarios de respaldo y sus oraciones.
Que el Altísimo les bendiga.
Shalom.
Antonio Bolainez.